
Más de 1.000 niños mueren al día por la ausencia de medidas higiénico-sanitarias en su entorno, una problemática que muestra la importancia de un saneamiento adecuado para la nutrición y salud de los seres humanos. Por ello, la Organización de Naciones Unidas decretó en 2013 la fecha del 19 de noviembre como Día Mundial del Retrete, un paso previo a la Agenda 2030, donde ya se ha señalado como objetivo prioritario el acceso a un correcto saneamiento como derecho para garantizar la dignidad y desarrollo de los seres humanos a través de medidas higiénico-sanitarias.
La defecación al aire libre es sufrida hoy por más de 1.000 millones de personas en el mundo, y más de 2.500 millones no tienen acceso a servicios de saneamiento básicos, como retretes. La falta de acceso al agua, así como una inadecuada práctica de higiene lleva consigo la desnutrición y la aparición de enfermedades, debido al desarrollo de diarreas y la propagación de parásitos intestinales, lo que afecta directamente a la nutrición. Según UNICEF, alrededor de 159 millones de niños y niñas menores de 5 años sufren retraso en su crecimiento y más de 200 sufren un desarrollo por debajo del adecuado para su edad.
Para acabar con ello, las medidas pasan por dos ámbitos de acción. Por un lado, dotar a estas comunidades de los inodoros necesarios que pongan fin a la defecación al aire libre. En esta línea se requiere no sólo de inodoros, sino también una infraestructura necesaria para asegurar el saneamiento y aislamiento de los residuos en estos espacios, evitando así la transmisión de posibles enfermedades. Para la puesta en marcha de inodoros en aquellas comunidades que aún no tienen acceso a estas medidas hay que tener en cuenta los espacios donde habilitar estos saneamientos, el acceso al agua de estas zonas, etc. El factor tecnológico es, por tanto, clave. A través de la apuesta por la innovación se han desarrollado algunos proyectos donde la sostenibilidad está presente. Por ejemplo, la construcción de letrinas cuyo funcionamiento no requiere gran necesidad de agua gracias al uso energías renovables, o que pueden convertir los residuos en recursos reutilizables.
Por otro lado, es necesario llevar a cabo un proceso de cambio social y cultural que permita integrar la defecación en letrinas en el comportamiento higiénico de la población. Un paso que, en muchas ocasiones, es el más complejo de conseguir, ya que la mayoría de la población no asocia estos problemas de salud con la falta de prácticas sanitarias, por lo que es necesario conectar a la población, que hasta ahora se ha mantenido ajena, con este hábito sanitario.
A pesar de que sigue siendo una asignatura pendiente, ya se han dado pasos clave, y en países como Pakistán o Etiopía se ha conseguido reducir el número de personas sin acceso a una saneamiento adecuado. Otro ejemplo es Malí, un país en el que abundan las zonas con fuertes sequías, pero en el que se ha mejorado el acceso y uso de retretes, con la consecuente disminución de enfermedades entre sus habitantes.
También en España se están llevando a cabo proyectos en este sentido. Ejemplo de ello es We are water, la fundación puesta en marcha por los sanitarios Roca con el objetivo de ayudar a paliar las deficiencias higiénico-sanitarias de las poblaciones más pobres. Por otro lado, organizaciones no gubernamentales, como Acción contra el Hambre u ONGAWA Ingeniería para el Desarrollo Humano, también destinan parte de sus recursos a proyectos que buscan ampliar el acceso a un saneamiento adecuado a las poblaciones más desfavorecidas.