Calificado ya como acuerdo “histórico”, los casi 200 países participantes en la COP21, ratificaron el pasado sábado el acuerdo para luchar contra el cambio climático, el ya conocido como Acuerdo de París. Un acuerdo, por primera vez, dirigido a la búsqueda de un modelo más sostenible y eficiente con el compromiso de más de dos centenas de países. Efectivamente, un acuerdo histórico que se dirige hacia una economía baja en carbono, con el compromiso de países desarrollados y en vías de desarrollo.
El acuerdo buscar modificar los planes de acción con el fin de evitar llegar a las desastrosas situaciones a las que el planeta se vería abocado si continuamos con los actuales niveles de temperatura media. Sin embargo, aunque se trata de un acuerdo vinculante jurídicamente, los objetivos nacionales de reducción de emisiones presentados por los países no lo son.
Una de las primeras conclusiones obtenidas tras esta cumbre, es que los combustibles fósiles comienzan a tener los días contados. En concreto, a través de este acuerdo todos los países ven impuesta una reducción de los gases de efecto invernadero emitidos por cada estado, con objetivos vinculantes y revisables cada cinco años, por lo que periódicamente, cada país deberá dar cuenta de su proceso de reducción. Es decir, el objetivo clave es mantener la temperatura media mundial por debajo de dos grados centígrados y llevar a cabo acciones que permitan no rebasar los 1,5 grados evitando así los “impactos más catastróficos”. Para ello, además, cada cinco años, cada país verá renovado su objetivo al alza. La primera revisión se realizará en 2018, y la primera actualización de objetivos en 2020. Para ello, cada estado podrá llevar a cabo las acciones que se estime oportunas, incluyendo la posibilidad de la compraventa de emisiones.
Por otro lado, los países se han comprometido a equilibrar la balanza entre los gases emitidos y aquellos que pueden ser absorbidos durante la segunda mitad de siglo por los propios mecanismos de captura geológica, hablando así del concepto de cero emisiones netas.
¿Cómo se controlará el cumplimiento de objetivos y plazos? El Acuerdo de París no establece el desarrollo de sanciones para aquellos estados que no cumplan. Sin embargo, el texto señala la creación de un comité de cumplimiento que se encargará de controlar y garantizar, bajo términos de transparencia, el cumplimiento de objetivos, alertando a aquellos países que no mantengan el correcto proceso de reducción con antelación al cumplimiento de plazos.
En relación a la financiación, los países firmantes deberán contribuir a la financiación de todos los mecanismos para reducir el calentamiento global, destinando un mínimo de 100.000 millones de euros desde el año 2020, cantidad que será revisada en 2025.
Frente a las voces de júbilo por alcanzar un compromiso medioambiental histórico, muchos son los que ya han anticipado que este acuerdo no es compromiso suficiente para hacer frente a la actual problemática. Así lo han manifestado numerosas organizaciones no gubernamentales tras la firma de ratificación hacia el objetivo de 1,5 grados. Ejemplo de ello han sido las palabras de Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España, recogidas en el diario La Vanguardia: “el acuerdo de Paris es un paso importante, pero sólo el primero en el camino para frenar el cambio climático”. “El texto contiene aspectos muy relevantes, pero otros vitales han quedado fuera en aras del consenso y tendremos que trabajar muy duro en el futuro para hacerlas realidad”.
En este sentido, Ban Ki- Moon, secretario de la Organización de Naciones Unidas, recalcó el pasado sábado que se trata del “acuerdo más complejo que se ha negociado nunca”. Ahora solo queda trabajar conjuntamente para lograrlo.